domingo, 30 de marzo de 2014

Tarta Linz


En esta entrada os traigo una tarta especial. No es espectacularmente bonita ni tiene una elaboración muy sofisticada, pero me trae unos recuerdos muy bonitos ya que esta receta fue una de las primeras que hice para Eduardo cuando aun ni salíamos juntos, eramos solo conocidos. Me salió fatal, dura y muy fuerte de especias, pero el, como un jabato, comió y repitió. Ya parecía que estaba preparándose para lo que le esperaba. Menos mal que culinariamente hablando, he mejorado, sino vaya una úlcera tendría el pobre.
Es una receta que saqué de un librito que me regaló una compañera de carrera sobre repostería alemana. Es una tarta no muy dulce y especiada, que va rellena de mermelada de frambuesa. No la había vuelto a hacer desde el 92 y ahora ya me he resarcido. Me ha salido tierna, especiada en su punto y muy rica. No es muy dulce, como sucede con los pasteles alemanes y tiene un contraste entre la pasta y la mermelada, que no se como denominarlo. Quizás lo mejor es que la hagáis y me comentéis.,
Y ahora a la receta.

Ingredientes:

200 g azúcar
150 g harina de almendras
250 g harina
15 g cacao polvo
5 g canela
1 huevo
150 g mantequilla
1 bote de mermelada de frambuesa


Elaboración:

Mezclamos la harina de almendra, la harina, el cacao, la canela y el azúcar y movemos bien. 
Añadimos el huevo y la mantequilla en trocitos y amasamos hasta que obtengamos una masa que se despegue de las manos.
Preparamos un molde redondo desmontable untándolo con mantequilla y espolvoreándolo con sémola de trigo (o pan rallado).
Estiramos la masa con el rodillo y cubrimos la base del molde.


Rellenamos con la mermelada (yo usé frambuesa, pero podéis usar la que os apetezca, aunque es conveniente que sea un poco ácida) y reservamos.
El resto de la masa se vuelve a estirar y se cortan tiras de un centímetro de ancho para hacer un enrejado sobre la tarta.


Una vez puestas las tiras, cerramos los bordes de la tarta para dejarla mas bonita y reservamos en frío unas dos horas.
Calentamos el horno a 170ºC y horneamos hasta que esté dorada. Como la masa es oscura, por el cacao y la canela, hay que tener cuidado para que no se nos queme. 
Al sacarla del horno, se puede pintar con un poco de gelatina neutra para que brille o la dejamos tal cual.



Como veis, no es nada del otro jueves, pero sentimentalmente, me ha hecho mucha ilusión encontrar el librito y poder repetirla. espero que a Eduardo también le haya hecho ilusión, aunque el que realmente la ha disfrutado ha sido el "peque", que dice que le encanta. A Edu no le gustan mucho los dulces, y esta tarta no es excesivamente dulce.
Con los restos que sobraron he hecho galletas rellenas. Espero que os gusten.



Hasta la próxima. Espero dejar los sentimentalismos aparte y volver a ser la de siempre, que esta entrada me hace parecer mayor. 

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